Capítulo 8



Diana sacó papel y boli y anotó el mensaje del cuadro en lenguaje normal:
"Hasta el fin del Tiempo mismo, por muchos cambios de solio que hubiere, los buenos buscadores deber— [...llaves, relojes y nardos...] de aquellos quienes quieran poseer y cortar. Para ello deben seguir la Cadena, deben seguir su amuleto desde su sede y en dirección a la guía del reloj de los pastores."
Adrián, mientras, le había hecho una foto. Diana le pasó el cuadernillo para que lo leyera.
—¿Crees que es mucho lo que se ha perdido? —preguntó él.
—No lo creo. Es muy estrecho. El espacio puede dar para unas cinco palabras, que son las que hay en la parte de abajo. Y podemos deducirlo: la palabra que empieza por deber— será deberán o deberían. Los buenos buscadores deberán "hacer algo bueno", supongo. Y eso bueno es "de aquellos que no son los buenos", porque poseer suele tener una connotación negativa y cortar es limitar, algo en contra del Tiempo, que es lo que tiene que perdurar, lo que se tiene que proteger. Así que yo creo que el mensaje de lo que falta tiene algo que ver con "proteger". Y para proteger... lo que sea... debemos seguir la cadena...
—Wau. Creo que es lo primero con sentido que he escuchado en varias horas. Y eso que tampoco tiene mucho.
—Espera que todavía hay más: sé dónde hay que ir ahora.
—¿A tomar un café?
—Más bien una tila, porque no va a haber quien te soporte cuando te diga que creo que tenías razón.
—Por supuesto: toda búsqueda del tesoro que se precie debe ser larga.
—No es eso, que también. Vayamos saliendo de aquí y te explico.
Caminando a paso ligero fueron yendo hacia la catedral. Diana decidió que ya estaban demasiado nerviosos como para tomar café. Mientras, le fue explicando su deducción a su amigo.
Lo primero es que empezaba a creer en lo de la secta, entendida como un grupo secreto (y algo tenebroso), en la que cada miembro tenía un amuleto ("deben seguir su amuleto"). Esto implicaba cosas como que su padre definitivamente había pertenecido al grupo. Lorena Beltrán también, y, visto lo visto, probablemente su propia madre. Esto último podría haberlo corroborado si hubiese sido algo mayor cuando la pérdida de su padre y así habría notado algo extraño en el comportamiento de su madre. Pero no era el caso.
El porqué de la Catedral, Diana supuso que la "sede" de un grupo al que le gusta eso del Tiempo tendría que estar bajo una reliquia del tiempo, y lo más parecido a eso en su localidad estaba en la torre campanario. Lo de en dirección a la guía del reloj de los pastores, para alguien que se ha pasado los últimos días leyendo sobre relojes de toda clase, era obvio: el norte. El reloj de los pastores es el cielo estrellado. Y a parte de lo diestro que puedas ser en cuestión de constelaciones, la referencia siempre ha sido la Estrella Polar, que señala el norte.
Estaba tan contenta de haber resuelto al menos un mensaje con tanta facilidad que el buen ánimo la inundó por completo, si bien no el optimismo.
Adrián estaba perplejo. Y a pesar de haberlo entendido perfectamente, no dejaba de ser consciente de que eran conjeturas, y podría haber otras soluciones:
—Como una joyería. Recuerdo que la última vez que entré en Homeros había un reloj grande de plata que... Aunque bueno, la torre da a la calle Siracussa, ¿no? Ahora tiene sentido que haya una calle con nombre de ciudad entre un montón con nombres de reyes Godos.
Mientras hablaban, ella había estado mirando de vez en cuando el reloj. Por mucho que giraba, marcaba continuamente el cinco.
—Y hay otra cosa que no encaja. Repasa lo que te dijo el que te llamó: que había un montón de gente que quería el reloj. Si cada uno tuviese su propio amuleto para lo que sea, ¿para qué buscan el nuestro? Puede que se les haya perdido. También puede tener muchas explicaciones. ¿No te da la sensación de que estamos buscando sin saber el qué?
—Yo si sé lo que estoy buscando: la verdad sobre mi padre. En serio, Adrián, si no quieres continuar, déjame y punto, vete a tu casa y no te preocupes— dijo con seguridad, y Adrián soltó un resoplido de mosqueo que decía "¡Serás pesada! ¡Que no, que no te dejo!" y, entendiendo, Diana lo dejó y volvió a echarle un vistazo a su medallón de plata—: ¿Sabrá éste reloj el orden de las pistas? —murmuró pensando en voz alta.
—¿Por qué lo dices?
—Porque en el museo no paraba de marcar el cuatro hasta que nos acercamos a la sala de la exposición, y ahora sólo señala al cinco.
—¿Y antes sólo señalaba el tres?
—No. Pero puede deberse a que antes las pistas no estaban muy definidas. Quiero decir que podría haber estado esperando a que eligiésemos un camino u otro.
—Más vale que eso sea cierto y que hayamos podido coger esta vía en lugar de la a contrarreloj, que hemos perdido definitivamente. Aunque menos mal, porque me estaba poniendo de los nervios tanta prisa.
—A mí también.
—Pero en cierta manera, hemos perdido el contacto con esa gente. ¿Eso será bueno o malo?
—Ni idea. Por un lado, por lo que parece, nos hemos quitado al extraño de encima...
—De momento.
—No seas cenizo; creía que eras más positivo.
—Ya. Pero no esto no se debe contar como una situación normal, ¿no te parece?
—Pues la verdad es que sí —dijo dándole la razón a su compañero. Entonces retomó lo que iba diciendo—. Bueno, y por otro lado, me da la sensación de que vamos tarde. A los tipos estos sigue sin quedarles tiempo, por paciencia que deban tener con nosotros.
—Ni que nos estuvieran esperando. ¿O sí?
—En cierto modo... Sea lo que sea en lo que estemos metidos, somos algún factor. ¿Activo o pasivo? Lo mismo sé que tú.
—Yo creo, Diana, que activo: eres la hija de tu padre y tienes el reloj de un miembro que bien podría ser la Lorena esa que dices. Si al menos tuviésemos ese tiempo que todos coinciden en que no tenemos, podríamos ir a investigar a su casa o hablar directamente con tu madre.
Ninguna de las dos le pareció a Diana una buena idea, pero no se lo dijo porque ya habían llegado a la plaza de la imponente catedral barroca.